El control de las emociones es un síntoma de madurez emocional. Aquellas personas que muestran rabia continuamente, o simplemente, que no saben entender cuál es la función que deben cumplir en una situación determinada muestran un bajo nivel de inteligencia emocional. El control de las emociones es esencial, y también lo es, poder potenciar el pensamiento positivo dejando de lado la rabia, el estrés y la frustración. Aquí tienes algunas pautas muy sencillas para lograr controlar los enfados, los impulsos y los malos modos que a veces, pueden surgir en el entorno laboral:
1) No te guardes las cosas. Aprende a exteriorizar aquello que sientes pero de una forma asertiva. Habla con la persona en privado. Verás cómo cuando te aclare las cosas te sientes mucho mejor. En la mayoría de las ocasiones, detrás de los conflictos laborales no hay más que malentendidos.
2) No dejes que pase mucho tiempo desde que pasó el conflicto para hablar con la otra persona. Es mejor hablar cuanto antes, de lo contrario, las cosas pueden complicarse. El orgullo crece y también, los pensamientos aumentan.
3) Cuando tengas un problema evita darle mil vueltas en tu cabeza desde diferentes perspectivas. Simplifica la realidad y céntrate en otras cosas. Ten tu mente ocupada y potencia toda tu concentración en aquello que estés haciendo en ese momento.
4) Cuando te sientas muy mal por un tema laboral, espera a llegar a casa para poder hablar con alguien de confianza. Allí podrás exteriorizar con total libertad tu enfado, tu miedo, tus dudas. Desahogarte te ayudará más de lo que piensas ya que en cierto modo, te sentirás liberado y así también podrás ver la situación con más objetividad gracias al punto de vista de otra persona.
Aprende a convivir con el malestar que te puede producir el hecho de saber que las cosas no siempre son como tú dices o como tú quieres que sean. En la medida en que convives con estos sentimientos también aprendes a canalizarlos mucho mejor porque aprenderás a relativizar las circunstancias gracias al sentido del humor.
Imagen: La palanca del éxito
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